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AD ASTRA - CRÍTICA

  • Por: Aceves117
  • 25 sept 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 28 oct 2020


El espacio es sin duda una frontera imaginaria increíblemente atrayente sobre todas las que se pudiesen encontrar. A diferencia del océano, que es encantador y sumamente misterioso, aun con sus muchos misterios y sus incontables recovecos aun inexplorados que van mas allá de los once mil metros de profundidad, aquellos seres ciegos que pueden sobrevivir a bajas temperaturas y a una presión increíble, palidecen ante la mirada hacia arriba y el mar de estrellas que nos obsequian la noche al caer día. Mirar hacia el infinito es motivo de asombro y curiosidad, ¿seremos los únicos en este basto universo?, ¿Qué hay mas allá de lo que los telescopio y sondas pueden ver?, ¿acaso algún día podremos ser capaces de viajar por el espacio y descubrir cada rincón de su basta extensión?. Como tal, el cine sabe que estas preguntas siempre estará sujetas a una interpretación de la mente que mas que allá de proponer, se limita a soñar, a fantasear, y en muchos casos, a juguetear, creando una línea entre la realidad y la ficción que se completan como anillo al dedo para formula historias con algo que decir. En los últimos años hemos tenido una gran variedad de cintas de este género, y aunque INTERESTELLAR es por mucho el mejor exponente del genero en lo que va de la década, el realismo de GRAVITY, el positivismo de THE MARTIAN se suman a la conversación y traen consigo el principal exponente en todas estas historias, la relación del ser humano consigo hacia mismo en el vacío del espacio. En ese sentido, AD ASTRA tiene una propuesta que de nueva cuenta, se permite fantasear en las posibilidades que traerá consigo el futuro, pero siempre enfocada en su protagonista Roy McBride (Brad Pitt) en una cinta que pretende ser una odisea que apunta hacia las estrellas.

Así pues, creo que la mayor virtud que persisten en esta cinta es su personaje, aunado con un contexto atrayente. En esta ocasión somos testigos de la mayor aventura de Roy McBride, quien tras un extraño incidente es elegido para llegar a cabo una misión de alta prioridad, buscar a su padre Clifford Mcbride, héroe presuntamente desaparecido quien fuera hasta los extremos del sistema solar en busca de nuevos mundos, y de ser posible, de vida inteligente mas allá de nuestra galaxia. Durante la trama somos testigos del viaje que tiene que hacer Roy en busca de su padre, y la serie de eventos que poco a poco van revelando la personalidad y motivaciones de Roy. En ese sentido, la película se toma su tiempo y entre escenas pausadas y secuencias de gran impacto visual, Ad Astra va forjando una narrativa en donde aunque el viaje es apresurado, es cuando se detiene con Roy cuando de verdad se explora el potencial de su narrativa. Para esto, la cinta cuanta con un recurso narrativo que gracias a su creativa y original, Roy muestra una gran variedad de matices imperceptibles a simple vista que van cocinando la historia hasta su desenlace. Durante la trama (que es contada por Roy como narrador) se nos presenta un dispositivo a cual deben de someterse todos los aspirantes a surcar el espacio para verificar el estado emocional de los tripulantes, y conocer si son realmente son aptos para la misión. Esto como cabria esperarse, genera una disyuntiva en donde a pesar de ver a Roy aprobar una y otra vez, la calma y la serenidad que emana la interpretación de Brad Pitt lleva consigo ciertos tintes que denotan una personalidad reprimida que poco a poco se va dilucidando, lo que genera a un personaje que como bien pasase en otras obras del genero, es hasta el clímax cuando la soledad del espacio revela la verdadera naturaleza del individuo, y Ad Astra sigue esos principios hasta su conclusión. En un sentido muy estricto, la cinta de James Gray es una un viaje muy personal con un presupuesto elevadísimo que no ha todos encantará si lo que se busca es una odisea espacial estrambótica.

Y es que con todo lo bueno que pueda decirse del film, la cinta acarrea problemas que desde un punto de vista comparativo, son esos pequeños detalles donde la cinta cojea cuando la comparación con otros films que han logrado mantener la vara alta sin por ello llegar a perjudicar su argumento, ganan peso. Cosas como la misma relación de Roy con su padre que es el tema central que va se va inflando cada vez que este descubre una nueva faceta de su heroe, en el momento mas importante la trama, sin bien el globo no explota, este se va desinflando poco a poco. En un sentido narrativo, la vuelta de rueda ante el re-encuentro con su padre, mas que un acontecimiento trágico o triste, su sensación es mas bien anticlimática y desaprovechada, y aunque esto puede atribuirse a la personalidad de Roy que nunca termina por abrirse del todo, el arco final de Ad Astra me sabe mas bien a un trago amargo.

Ahora bien, siendo esta una cinta en su mayoría muy intimista, el film brilla de entre resto cuando es momento de exponer y presentar su contexto. Ser testigos de la estación lunar siendo acosada por piratas lunares, disfrutar del cielo rojo de marte mientras se preparan para un aterrizaje forzoso, o asombrarnos del azul del maravilloso Neptuno mientras Roy es expuesto al cumulo de asteroides que orbitan sobre el planeta, sin duda, la cinta gana méritos cuando nos introduce a su universo visual, y nos deslumbra con sus magníficos paisajes.


Ya para terminar, Ad Astra es una película personal que aunque imperfecta, sale a flote con una interpretación destacada que impone y conmueve. Para ser honesto no me gusto el final, pero siendo eso su único pero, la suma de sus parte la hacen una experiencia audiovisual cautivante y atrayente. No descubre el hilo negro ni tampoco reinventa la rueda, pero si es una cinta que puede gustar. Su mayor virtud de nueva cuenta esta en su personaje, y su forma tan extraña de sincerarse con el espectador sin recurrir a una dramatización, eso la define y la hace única y especial.


 
 
 

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