THE DARK CRYSTAL: AGE OF THE RESISTANCE - CRÍTICA
- Por: Aceves117
- 5 sept 2019
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 28 oct 2020

Para ser honesto, mi desconexión con el presente es una prueba de que desafortunadamente para mí, muchas de las obras que han influenciado en mi personalidad son inherentes a un tiempo que no me pertenece. A decir verdad, pocas son las veces que voy al cine a ver algo nuevo, y en muchas de las ocasiones solo espero la salida de aquello que viese la luz años atrás. Llámese adaptación, reinicio, precuela, secuela o de la forma que sea, de un tiempo para acá me visto involucrado sentado en la sala visualizando el siguiente capítulo de una película que viera la luz en el siglo pasado. Y aunque no soy el único y la nostalgia nos puede a todos, si me siento un tanto desconectado por esa llamada nostalgia que no vi nacer puesto que no estuve ahí para empezar. En cierta forma me desconsuela el hecho, sobre todo cuando veo películas como el Octavo pasajero (una de mis películas favoritas) en donde no puedo obviar el hecho de que el Xenomorfo se mueve de forma muy lenta y tosca, lo que se contrapone con sus contrapartes cuarenta años después. En ese sentido, es innegable las concesiones que uno tiene que hacer al ver una película que en perspectiva, tiene consigo cuatro décadas y mil y un formas nuevas de hacer cine. Aun así, la película se disfruta mucho, sobre todo cuando vemos los interiores de la Nostromo , caemos en cuenta que la magia esta en pequeños detalles que la hacen única y especial, fruto quizás de los tiempos y las limitaciones que se tenían en aquel entonces. La Nostromo tiene vida propia, y cuando me sumergí de lleno en la realización de esta, es increíble descubrir datos como el desarrollo de esta última. Un set conformado por piezas de aviones de chatarra e interconectadas con una única entrada y salida principal, dieron como resultado una sensación de claustrofobia y tensión como pocas cintas en aquella época. De ahí el valor de estos detalles, que sin ser realmente especiales, conforman la parte de un todo en donde al final, es la suma de sus partes lo que hace que esta clase de obras brille contra el resto.
Así pues, hace algunas semanas Netflix lanzo en el último tráiler de la serie de The Dark Crystal Age of the Resistance, una serie enteramente hecha con marionetas. Es aquí cuando regreso al principio con lo que decía respecto a la desconexión, ¿esta serie es una precuela de una obra de 1982? En qué momento vengo a enterarme que existe algo como The Dark Crystal, una obra que resulta es una cinta de culto que por años se especuló de su regreso y es hoy en día cuando la vemos surgir de su letargo. No es sorpresa que de inmediato corrí a ver el metraje de 1982 para recién empaparme de este mundo inexistente para mi hace apenas unas semanas. Y si bien, creo que la cinta da tema para un futuro escrito, en resumidas cuentas la obra de Jim Henson y Brain Froud exuda magia, fantasía, pero sobre todo amor y dedicación al trabajo a veces tan olvidado del marionetismo que en esta obra, funge como un estandarte de originalidad, único en su clase.

Volviendo con Age of the Resistance, y habiendo quedado maravillado con el trabajo hecho en el largometraje, la serie es una continuación que a diferencia de otros proyectos en donde el uso del CGI son intrínsecos desarrollo, esta mantuvo su estilo a consta del trabajo que requería dado la elevada apuesta al contar una historia de 10 horas segmentada en diez episodios, en donde las marionetas forma parte de la historia y no hay intervención humana alguna. En ese sentido, como bien pasase años atrás, donde la cinta ganaba importancia al cubrir el mas mínimo detalle para crear personajes vivos, todo el equipo involucrado en este mega proyecto merecen su merecido merito por dar vida a una serie en donde la actuación de las marionetas es sublime. Basta con pequeños movimientos para dar la impresión de estar viendo a un objeto vivo, para dejarse sumergir en un mundo rico en todos los aspectos. Para acabar pronto, en resumidas cuentas el mundo de Age of the Resistence es hermoso, y saber que el noventa por ciento de este está diseñado enteramente en sets, hace de su escala una apuesta que pocos en la industria, sobretodo en estos tiempos hubiesen podido permitir. La serie es un logro en sí misma, y su historia y el entramado de sus personajes que la conforman, están a la altura de una narración adulta en todos los sentidos. Así pues, no quiero spoilear más de lo debido, sobre todo teniendo en cuenta que esta es una precuela de la cinta original, así que si no han visto la versión de 1982, es preferible abordar primero la película y luego pasar directo a la serie. Como sea, como pequeña introducción, la serie se desarrolla en Thara, una tierra fantástica en donde un objeto llamado el cristal de la verdad, pose un fuerte vínculo con la flora y fauna del lugar. Este es resguardado por los Skeksis, una especie de buitres humanoides quienes fungen como protectores y jerarcas de toda Thara. A estos se le suman los Gelfling, una raza de semi-humanos de baja estatura a quienes se les ha encomendado proteger a sus señores los Skeksis y al poder del cristal. Todo se pone patas arriba cuando se revela que los Skeksis, en su afán de buscar la inmortalidad, estos acuden al poder del cristal sin medir las consecuencias. Esto se complica cuando estos llegan al punto de corromper dicho objeto y crear un fenómeno devastador llamado el oscurecimiento. Aun así, haciendo caso omiso, los Skeksis continúan con su insana labor hasta que descubren que drenando la fuerza vital de los seres vivos Thara, es como la inmortalidad es posible, y las consecuencias de este descubrimiento pondrá en peligro a los pobres Gelflings y a los habitantes de toda Thara.

Así pues y en perspectiva, es bueno volver a ver a los Skeksis ahora en una nueva faceta de lores protectores y jerarcas de toda Thara. Y es que los viles seres de la primera cinta van entretejiendo su destino en una serie de subtramas en donde las apariencias engañan. Méritos adicionales para el emperador y Chamberlain, quienes dentro del conjunto, son por mucho los más interesantes y divertidos de ver. En cuanto a los Gelflings, es increíble el amor y dedicación por parte de los guionistas por expandir un mundo que ya en 1982 era un lore difícil de superar. Ahora las locaciones y las criaturas se diversifican, y su integración con el mundo de The Dark Crystal es sublime, todo lo que se narra y se ve bien pudiese haber sido sacado de otros referentes y aun así, uno pensaría que si no fuera porque Jim Henson ya no camina con nosotros, la sensación que evoca la serie es propia de su autor y de su contraparte de 1982. Aquí es cuando uno se quita el sombrero, porque de no ser por Louis Leterrier, director de todos los episodios, muy difícilmente esta obra no hubiese sido tan redonda en todos sus apartados. Y es que la vision de Leterrier, combinada con su forma de encuadrar y desarrollar la historia, dan como resultado un producto audiovisual lleno de aristas que solo suman y presentan una narrativa donde la intriga y el conflicto dan una versión de El cristal encantado novedosa y fresca, sin por ende llegar a desvirtuar el aura de la original.

Ya para terminar, la bola de nieve que iniciase con Jim Henson se ha hecho tan grande que era impensable que una continuación sin él cumpliría las expectativas. Pero después de años de trabajo duro y una entrega total, es hoy por hoy cuando vemos los frutos del amor y la pasión que desbordan los involucrados en este gran proyecto. No sé qué será a partir de aquí para el futuro de la ahora revitalizada franquicia, pero sin temor a equivocarme, The Dark Crystal Age of the Resistance pasara los anales del tiempo como una serie a cual volver cuando el hambre por la aventura y la fantasía toque la puerta de nuestra imaginación.
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